El proyecto consiste en la rehabilitación de un baserri de más de 300 años, una casa tradicional típica de las zonas rurales del País Vasco. Ubicada en uno de los enclaves naturales más característicos de la Península Ibérica, esta edificación ancestral ha resistido el paso del tiempo. Se trata de una casa de campo protegida por el patrimonio histórico de Urdaibai, lo que implica que su restauración se lleva a cabo con una precisión quirúrgica y un profundo respeto por su esencia.
Entre estos muros habitan los años de historia y un fiel reflejo de la arquitectura popular vasca. La restauración de la vivienda requiere, por tanto, una comprensión profunda del lugar, su historia, su tradición, su cultura y las técnicas constructivas de antaño.
La imponente fachada principal, con su acceso en arco y su base de piedra, se suaviza a medida que gana altura. En las plantas superiores, los muros de piedra se recubren con cal blanca, mientras que las ventanas y puertas se enmarcan con la característica piedra caliza rosada procedente de la cercana cantera de Ereño.
La parcela del antiguo caserío se divide en dos viviendas que siguen un eje de simetría. Ambas comparten el pórtico de entrada y se desarrollan en tres plantas. Los pocos elementos que no han sido renovados son la fachada, parte de la estructura del forjado, las columnas y las vigas de madera. Todos estos componentes han sido restaurados y tratados adecuadamente para su conservación, preservando la identidad original de la casa.
Tradición renovada para realzar su valor original
Una renovación delicada y frágil que requiere una intervención quirúrgica de alta precisión.
La presencia de muros perimetrales ha limitado el cambio en la configuración espacial del interior. La fachada lateral es donde se ha llevado a cabo la modernización y mejora de la construcción rural, junto con la adaptación a nuevas soluciones y técnicas. La apertura de un gran hueco y el espacio a doble altura han creado una conexión directa entre la casa y el Bosque de Oma. Esta solución habría sido impensable hace décadas, cuando estos robustos edificios de mampostería buscaban minimizar cualquier tipo de pérdida energética, utilizando únicamente pequeños orificios de ventilación en la fachada.
La escalera principal se convierte en el elemento que entrelaza todos los niveles. Comienza en la planta baja, que originalmente albergaba las cuadras y ahora se utiliza como espacios diurnos, y conduce a la segunda planta, destinada todavía a las estancias nocturnas. Finalmente, en la última planta, la antigua cámara de secado ha asumido un nuevo papel como espacio multifuncional.
Soluciones y técnicas vanguardistas aplicadas a la arquitectura tradicional.
Se utilizaron materiales de tonos claros en la composición cromática de las superficies para contrastar con la estructura original de madera oscura y así ganar luminosidad.
Los estándares actuales de confort, como la calefacción por suelo radiante, la alta eficiencia energética y el mejor aislamiento térmico, se combinan con elementos tradicionales como los muros de piedra y las estructuras de madera. De este modo, historia y modernidad se unen, adaptando la tradición a las necesidades y estilos de vida contemporáneos.