Una vivienda casi “invisible” desde su acceso, integrada con respeto en la naturaleza que la rodea.
El proyecto nace del desnivel de la parcela: la casa se adapta a las irregularidades del terreno. Ubicada bajo una colina, su presencia apenas se percibe desde el exterior; como una madriguera, se oculta, mientras se abre al paisaje y a la luz.
El juego de planos y volúmenes, inspirado en Japón, está determinado por el bloque que configura la fachada.
En el interior, la luz se filtra entre los espacios mediante paneles de papel, conocidos como Shoji, las puertas clásicas de la arquitectura tradicional japonesa.
Se propone trasladar el concepto de Karensansui o jardín zen japonés al espacio interior, resaltando determinados elementos o zonas mediante tonos oscuros en contraste con una envolvente neutra, una suerte de lienzo en blanco.
Cuando hablamos de la arquitectura tradicional japonesa, debemos observar su cultura y su relación con la naturaleza. Se puede vivir en un contacto armonioso y cercano con la naturaleza.
渋い (Shibui), bello en su propia simplicidad, naturalidad y sutileza.